martes, 1 de marzo de 2011

RELATO #8279

Las lágrimas recorrieron su mejilla, y el nunca lo noto, sin embargo prefirió eso a que le cuestionara el porque de su tristesa.

Así fue como comenzo la idea para escribir mi ultima novela, pero en realidad hoy, después de los años que encontré el archivo votado entre miles de papeletas, me resulta bastante trillada la historia, así que decidí aventurarme a redactar todo aquello que viniera a mi mente, sin importar el sentido que pudiera tomar; ya explicado lo anterior es hora de leer hacia donde mi mente me llevo.

Una habitación rosa, un elefante gris, una jirafa amarilla, un árbol verde, una flor violeta, un venado café, un cuadro de colores; claro, todos los colores cotidianos en nuestro caminar,si, pero, curiosamente hoy todo parecía bastante neblinoso, no podía distinguir bien que color era cual, me pareció haber visto un elefante rosa y una habitación gris, un árbol amarillo y una jirafa verde, un venado violeta y una flor café, pero lo mas extraño de esto que el cuadro de colores era negro, ¡hay que contrariedad!, bueno, tal vez solo sea que hoy olvide mis anteojos en el autobús.

En cuanto continué caminado por las calles de San Francisco todo me parecía muy peculiar, ¿acaso seria porque no traía puestos mis anteojos?, sea como sea, las cosas no parecían ser lo que llevaba 34 años viendo; como no podía trabajar sin los anteojos decidí tomarme un día para mi solo, total, que mas daba, si me corrían de mi trabajo no me importaría tanto pues había heredado una pequeña fortuna de mi tío abuelo que falleció apenas un verano atrás, obviamente no era la mayor fortuna, apenas llegaba a $500,000,000.00 de dolares supuse yo los suficientes para vivir cómodamente un par de años; llegue a un local donde rentaban bicicletas, rente una y di un paseo corto por la ciudad, diría yo que bastante corto pues apenas iba unos cuantos kilómetros recorridos cuando de la nada apareció frente a mi una piedra gigante y como es de suponerse caí, lastimando me una rodilla y un brazo, afortunada mente solo fueron lijeros rasponsillos, pero he de confesar que si me dolió semejante caída....



CONTINUARA